En el quiosco de un jardín recoleto y deliciosamente aromado que queda en algún lugar al oriente de la casa apareció de pronto alguien, de seguro con información privilegiada acerca de que hoy no habría poema y a quien con toda evidencia se le habían pasado las copas pues tenía un faldón de la camisa fuera del cerco del cinturón y se puso a declamar este despropósito. De más está decir que en cuanto terminó lo mandé a otro lado para distraerlo y me regresé a limpiar el quiosco.
PRE SONETO EN UN QUIOSCO
Reyes, obispos, magnates,
cardenales tonsurados,
millonetas, purpurados,
el zar de los aguacates,
el señor de los tompiates
y todos los delegados
de los sitios encumbrados
han entrado en los debates:
cuál es el diario mejor,
qué bitácora prefieres,
quién es el que te llegó
y todos claman: Jor, jor,
si ver el mejor prefieres
es alejandroaura blo.