Mis cosas

Lo que de veras me preocupa son mis cosas. Las personas como quiera se van acostumbrando, tienen nuevas preocupaciones, van y vienen, se tienen que acomodar para seguir lo suyo. Pero las cosas quedan completamente a la deriva, no habrá quién las proteja; con uno ahí van, se dan valor unas a otras pero todas dispersas son basura; el frasquito de los caramelos, el estuche vacío, las muñequitas del Rastro, la pluma sin depósito, el papel que era tan bonito, el plato que algún día usaríamos para algo. Esas sí que están perdidas. No es que tengan valor sentimental, no es eso, sino que cada una es un pliego de memorias enrollado y no habrá biblioteca de Alejandría que los recopile; se va uno y como si no hubiera tenido nada ni siquiera se despide de sus cosas, y luego las pobres, como no sirven para nada a nadie le mueven el interés de conservarlas; se va uno y las deja condenadas a ser otra vez material de baratillo, cuando mucho.

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