El Delta, Canto 3º (sigue)

Como una broca la enfermedad horada el tiempo.
Busca por dentro nervios desconocidos, nuevos
Ligamentos que responden a relaciones diferentes
Y contestan de distinta manera los estímulos, caminan
En direcciones exclusivas hacia centros novedosos
En la cuenta de la experiencia del día; se aparecen
Estados de ánimo nuevos, emociones inéditas,
Cargas de profundidad que jamás han explotado
En estas aguas en que ahora estallan y remueven universos
de peces y de algas, de líquenes, de corales. O pecios de naufragios
Olvidados cientos de años en su lecho de agua.

Mira qué extraña y activa esa tristeza cuyo color es vivo
Como el de la buganvilia, mira qué humo tan acogedor
El que derraman esas ramas ardientes que siguen el movimiento
De las manos, hacen bailes completos e inexplicables
-como la bailarina de la que estuve toda mi juventud enamorado:
ella era ilusoria y yo un muchacho ilusionado-;
seguro que nada es nuevo sino que allí ha estado como esa humedad
que sube constante a las manchas de salitre de mis poemas.

Déjame que me acerque y pregunte por las cosas
Que perdí de vista y de memoria y se quedaron enterradas
En donde ahora perfora esta dolencia generosa.
Esta especie de sueño me perturba y envejecido, caduco,
Me dejo llevar de la mano ensayando sonrisas de capricho.

Allí voy, mírame: un poco encorvado, yo que fui tan orgulloso
De mi pasos y mi gallardía animal en la pradera, y mira cómo
Se me ven resabios de una cierta ternura que no se desgastó
En su autonomía silvestre. Y mira el cáncer, cómo me sigue
Como un perro tras de mí, educado a mis pasos y entretenimientos.

Qué de corrientes de aire se sienten en este cruce, lástima
Que no tengo pelos que vayan para uno y para el otro lado.
Llenara de fiesta la vista de los demás. Pero todo el cabello
Se perdió en batallas que no sé ya si valieron la pena
O fueron sólo encharcamientos extendidos hacia donde
No había nada que hacer con los conjuros afuera de lugar.

Mira: en los fondos arenosos, entre el limo y las pastas
De plancton, aparecen destellos de brillos que ahí andan
Y allí anduvieron siempre, esperando el barreno
Que tuviera la gracia y penetrara. Es el cáncer, hermano,
Es la palabra que empieza a desperezarse y descubrir su gracia.
Quitémonos un poco de su lado, no hagamos alboroto,
Dejémosle su suavidad de onda submarina. Que allí se goce
En las minucias de sus hallazgos. Shhh, callémonos.

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