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Eclipse de sol

ECLIPSE DE SOL

Mira luna que te has metido bajo tu falda de luz,
al día cómo se esconde también en su sueño de sombra.

Jugar nomás es el transcurso de las horas,
los planetas se mueven por enésima vez bajo el influjo
del deseo de jugar de la luz y de la sombra
que escogieron en un azar de dados o monedas al aire
ser lo mismo una y otra pero a distintas horas.

¿Qué tiene el día en su cuerpo de apariencia pura
que pueda durar más allá de la hora del crepúsculo?

Se acaba y ya. Y lo que guarda en el secreto seno
para sacarlo a la luz en el momento oportuno
se disuelve lo mismo que la sal en el agua con la sombra.

De modo que nada es duradero. Ni lo visto ni lo invisible,
eso de textura musgosa que desaparece con la aurora
y se lleva al olvido el mar de sueños en que anduvo.

Y si en ello interviene acaso el ojo humano
nervioso como siempre buscando explicaciones
para llevarlas con celo a la cueva compartida,
resulta que no hay nada, fenómeno astronómico sencillo,
mecánica celeste que divertida cumple su chacota,
sus fines ineluctables, afeite de eternidad, manías.

También los animales lo perciben, pero ellos con simpleza
abaten el testuz y duermen
(los animales por lo general no fornican de noche)
y su noche no es nada duradera
pues han sido burlados por los habitantes del cielo
que una vez más se dejaron vencer, enteros en su forma
y en su salud intactos, por el húmedo pan de la lujuria.

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