CABALLO NEGRO
El riesgo último es la rabia. Que caiga. Huya el caballo negro a través de toda la llanura si no tiene más que cascos y elegancia.
Es posible vivir los días y las noches como una bugambilia que solo piensa en estirar sus quietas ramas y echar flor.
La lluvia sedante caerá sobre nosotros y volveremos a amar.
No sería perjuro el que rompiera con la luna, ni fruto alguno se malograría.
O ser uno de los más criminales ruidos de la ciudad de México. La sangre rompe aquí, la sangre azota; tiempo de pedernal, veneno abyecto.
Como buenos hijos del sol, tarde o temprano seremos puestos de patitas en la muerte. Qué más da, qué menos da.
No nos cabrán ya las camisas ni los pantalones con la hinchazón de la rabia y del enfermo goce.
Sea pues pisoteado el globo de la esperanza en honor del que puede hacernos mal.
Y sea la rabia, la rabia ciega para el que traiciona, la rabia animal para el que rompe con la especie