ARCA
Arca tuvo un embarazo difícil,
si en una perra son estos términos posibles.
Comía mal, se enjutó, miraba triste
como si pidiera piedad
y en rigor daba un poco de lástima
su situación enigmática. Digo, para uno.
En la casa, la verdad, nadie la quiso.
Al fin parió
y tuvo once cachorrros finos de pastor alemán,
hijos legítimos de Arca y Conrad,
ambos con pedigree de lujo
y un historial enorme de croquetas.
Al parecer nacieron bien,
chillaban como todas las criaturas.
Pero Arca decidió acabar de raíz con su tristeza.
Y mira que ya no soy dado a parangones dudosos.
A los tres o cuatro días
no había vestigio de vida nueva
en la madriguera.
Y ni quien pudiera acercarse.
Por no sé qué misterio
que a mí no se me alcanza,
los hizo y los deshizo sola,
ella sabrá.
Arca la perra
que miraba con una tristeza,
una tristeza…