Aproximación al festejo

Si se me hubiera ocurrido empezar con el primero de enero estuviera a punto de salir de la primera atadura, tres días más y ocho en vez de siete para rematar los días del calendario, y anduviera contabilizando los trescientos sesenta y tantos que dicen que tienen todos los años de por sí, pero cuando se me vino a encender la imaginación y a ponérseme que estaría chistoso tener una página diaria para acompañar un poema de los que ya tengo escritos desde endenantes, ya llevábamos colgando el 20 de febrero al cuello y no había manera de enderezarle reversa al año. Por eso es que hasta entonces, en fecha tan poco gloriosa ni atractiva, es que vamos a celebrar el primer aniversario de esta actividad a la que todos los días me aplico no bien despierto y mis ojillos inquietos y los órganos de los demás sentidos empiezan a clasificar los matices de lo mismo que hay todos los días. Yo, claro, ya lo veo a la vuelta de la esquina, porque pasar enero es nada si uno se pone como meta mínima vivir completo el año, y antes de que se hacinen tres semanas de febrero, ¡púmbatelas!, el aniversario. Ya estoy pensando en las fiestas que tendremos que hacer el 20 de febrero.

Que la imaginación lo dicte, porque las ya sabidas, como proponer que el Ministerio de Cultura de España declare Día de la Hermandad de los Pueblos Hispanoamericanos esa fecha sólo porque mi blog ha tomado cartas en el asunto, me parece poco creativo, o que se ponga una pantalla de cuarenta mil metros cuadrados en el Zócalo para que ese preciso día todos los mexicanos tengan la oportunidad de leer lo que escriba, en tiempo real y al aire libre, bailando y celebrando, bebiendo mezcal y comiendo pan, y con transmisión simultánea vía satélite, me parece que puede ser un gasto excesivo y en lugar de ayudar a mi buena fama y mayor aprecio venga a ser motivo de que la gente diga mira nada más cómo gastan en festejarlo, ni que qué. O que la ONU, a través de la UNESCO, codifique el día y se escriba en el Atlántico la dirección de este blog con tales letras que sean leídas por los satélites y transmitidas a todas las pantallas de televisión del mundo para facilitarle a la especie humana el acceso facilito y luego luego.

Porque hacer una comida en casa con algunos amigos y tomarnos un par de copas del mejor vino que ese día encontremos, quizás sea el justo medio. No me suena mal. Cinco o seis amigos que me darán su opinión y me ayudarán a moderar cierta tendencia al exceso que a veces me domina, un no sé qué que me arrastra a la desmesura. Pero sea como sea, hay que empezar a prepararlo, porque no es hoy, 28 de diciembre, el aniversario, sino hasta febrero próximo y tengo que pensar muy seriamente con qué poemas voy a cerrar el bloque anual, porque los de Poeta en la mañana no van a alcanzar. Qué predicamento. Aunque no crean, tengo mi guardadito. Aparte de los muchísimos que faltan de publicar en el orden decreciente en que hemos ido, tengo ya un paquetito de nuevos poemas que a ver si el año próximo, como coronación de los festejos, los hacemos libro. Estén pendientes.

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