Pasarela del Faro

Hace días que vengo pensando que en el Faro de Oriente, un centro cultural que hay en el oriente de la ciudad de México, en un barrio de alta marginación social, deberían hacer un taller de diseño de modas. En mi pensamiento me salto todo el proceso y me voy hasta el momento estelar de la pasarela, cuando muchachos y muchachas que han trabajado meses o años para idear y hacer realidad sus líneas de vestuario presentan sus propuestas ante la comunidad y comienzan a aceptar pedidos y a activar económicamente sus talleres. Y todavía más acelerado, me voy hasta el momento, pasados unos cuantos años, en que la Pasarela del Faro, ya prestigiada, se presenta, inventando un glamour adecuado a las circunstancias, en el gran centro cultural el Zócalo, con bombo y platillo, cobijada con vistosas actividades de otros colectivos del mismo Faro, como los cartoneros que hicieron tan fantástico trabajo el pasado día de muertos. Todo es comenzar e imaginarse cómo sería nuestra moda si a través de lo que nos ponemos pudiéramos expresar nuestra sensibilidad, nuestro gusto y nuestra creatividad, tal como somos.

Nos vestimos con lo que nos venden y acomodamos nuestra imagen a ciertos modelos que nos gustan y a los que nos gustaría parecernos, pero el campo de la creación de la moda es inagotable y se modifica día con día; el rasero de la globalización nos pone a todos los habitantes de la mayor parte de los países los mismos pantalones y faldas vaqueros, las mismas camisetas y blusas estampadas y los mismos zapatos que tienen su origen en el antiguo calzado para hacer deporte pero no me cabe duda de que hay espacios en los que la sensibilidad de una colectividad puede manifestarse, y sobre todo, colectividades tan grandes como la de los habitantes del oriente de la ciudad de México. Me imagino que habrá en Iztapalapa mucha gente que sepa corte y confección y mucha gente joven deseosa de integrarse a actividades creativas; no se trata, desde luego, de hacer talleres de maquila sino de encontrar el espacio –que pienso que debe ser el Faro- para juntar conocimiento con voluntad y entusiasmo.

Es cierto que hay que invertir, se necesitan para empezar telas, hilos y máquinas de coser, pero lo que más se requiere es voluntad e imaginación. Es cierto también que el mundo de la moda parece ser privativo de la gente “nais” pero aceptar eso no es más que darle una cabaceadita más al caravaneo del sometimiento. Todo el mundo se viste (y se desviste, por fortuna) y aunque el poder económico se refleja en la apariencia, hay otras consideraciones entre las que están la aceptación de uno mismo, la dignidad, el orgullo, y cosas así; también la alegría de ser como se es. Encontrar un estilo, un modo común de vestirse con el que una colectividad significativa se sienta identificada y cómoda tiene que ser un logro social considerable y una buena aportación al bienestar y a la mejor convivencia. Todo está en no renegar de lo que se es y no querer, a como dé lugar, parecerse a quienes ponen actualmente las reglas del juego. Pero, bueno, eso vale para la moda y para todo. A quien tenga vínculos con el Faro, le pido por favor que pase la voz.

Entradas creadas 980

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entradas relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba