Patitos en el sueño

Una nueva modalidad ha ocurrido en mi manera de dormir; en mi manera de empezar a dormir, más bien. Tengo la costumbre de no tomar la línea horizontal si no tengo suficiente pesedez como para quedarme dormido ya, sin darle muchas vueltas al asunto; nada de embarcarme en esos rieles interminables en los que se desliza monótono el insomnio, prefiero leer o escribir o babosear en cualquier cosa; de modo que lo normal –toses aparte- es que me acueste y a los pocos minutos haya pasado las trancas y ande pastoreando sueños.

Pero la novedad consiste en que me ha dado por empezar a soñar y despertar de nuevo, como si sólo se tratara de un enunciado, del encabezado de lo que va a haber en el reino de Oniro, el genio de los sueños al que manda Zeus para engañarnos. Me quedo dormido unos instantes –no sé cuánto porque me he resistido a encender la luz y ver la hora- que pueden ser segundos o unos pocos minutos, o quizás no tan pocos; el caso es que tengo la sensación de que apenas rocé esas aguas entrenadoras del olvido y he vuelto a salir a la compacta noche para seguir esperando mi turno, que suele ser enseguida, sin dilaciones innecesarias. Como cuando uno tira piedras en el agua, con fuerza y lo más paralelo que se puede a la superficie, buscando que no se hundan sino que vuelvan a salir al aire al menos una vez; lo que llamamos hacer patitos.

Lo soñado en esos instantes ha estado claro, definido, bien presentado y por lo general sencillo, como si una voluntad del otro lado me tratara de convencer de que me conviene ingresar al territorio y dejarme llevar sin oponer resistencia, de que no hay peligro y de que será una experiencia agradable. Cosa curiosa porque nunca he tenido desavenencias con el sueño; duermo siempre con soltura y sin conflictos. Bueno, siempre es mucho decir porque no faltan ocasionalmente los días de pesadez estomacal, de enfermedad cualquiera, de entusiasmo etílico o de nervios por algo, pero son excepciones, lo normal es lo que dije antes.

No sé a qué pueda responder esta novedad pero estaría bien que quienes explican los sueños lo tomaran en cuenta porque estoy seguro de que es una rareza; a nadie le he oído contar que le pase y en mí se está volviendo reiterativo, lo que me sucede siempre. Me ocurrió anoche también pero tienen tan poca sustancia estas vistas previas que por la mañana no tengo la más remota idea de lo que fueron. El aperitivo, la botana de los sueños. Aunque hay veces, como ésta, anoche, en que en vez de seguir al teaser la película completa sigue el horror de la instalación del equipo profesional de toser que se ubica y arranca con sus actividades sin importarle un comino que el monito allí acostado haya cumplido con todos los requisitos previos para dormir tranquilo. Menos mal que hoy fui ya muy temprano a los análisis de sangre y al rato voy a rayos X y enseguida a la consulta. Dirá el oncólogo con qué seguimos. Porque de toser, ya.

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