Lo que va de ayer a hoy

¡A fe que hoy! No es que sea distinto porque lo mismo da la pista 7 que la pista cuatro cuando tienes que aterrizar; si acaso notarás distinto el ruido de las inmensas ruedas en el momento crucial en que se posa el tonelaje sobre el pavimento pero de ahí en fuera es el mismo aire, el mismo frío, la misma presión atmosférica y el mismo destino al que cualquiera de las dos te lleva. El chiste es el punto de procedencia y la carga que traigas. Y tú sabrás si la tienes que pasar con disimulo o puedes dejar que abran las bodegas y saquen cajas y envoltorios, maletas y paquetería general a que las olisqueen los perros y las vean con malicia los agentes; tú estás cumpliendo con tu encomienda y sabes que leyes y conveniencias aparte todo lo humano pasa bajo el manto de tu deber porque para eso vuelas y vas y vienes por donde el sol pone sus huellas y la luna escamotea secretos femeninos. Digo, no es que hoy sí tenga material para construir una página porque materia siempre tengo; me agacho y recojo, estiro la mano y atraigo, me muevo y quedo en medio de un montón de palabras listas para ser usadas, soplo y revolotean como esporas millones de copos que juntados de manera conveniente pueden construir verdaderos Tah Majales en honor de alguna amada remota que se haya vuelto piedra preciosa en la memoria.

Si lo que pasa es que ayer estaba de tal humor que no había palabra que se juntara con otra sin erizarse, estaban de una mala leche que había que estarlas vigilando una por una para que no se agarraran a golpes y se deshicieran a patadas, había tal clima de confrontación en el gimnasio que si dejaba que cada quien hiciera su regalada gana saldría –como estaba saliendo, por eso tomé tan drástica decisión- un batiburrillo de correcciones gramaticales sin cosa y sin alma formaditas y marchando derecho hacia el desfiladero al que va a caer la mayor parte de las páginas que se escribe a diario en el mundo, y no está uno para esas. Está bien que falte talento y que al pasar al alto tribunal decidan sus señorías, por angas o por mangas, echarlas todas al fuego; ahí no digo nada, pero que uno sepa que no la va a colar por ninguna parte, que ya lleva escrita la maldición en su torpeza y sus zonzeces, y haga lo que haga se da cuanta de que no puede hacer nada porque la condición humana no pasa siempre por el dominio del más fuerte, sino que a veces, el esmirriadito, el bubosillo del rincón oscuro es el que salta a la fogata y resurge convertido en el sol ante la envidia de los más bonitos y sobresalientes.

De modo que si andan paseando por el mercado de los blogs y buscan este ya saben que lo van a encontrar todos los días sin excepción, aunque a veces, algún día desafortunado, el constructor se encuentre con que hay tal derrumbadero de materiales que más que ponerse a edificar es el momento de escombrar, acomodar las partes en su lugar y separar las piececitas de oro de los deslumbramientos porque tarde o temprano habrá un hallazgo y convendrá ponerle algún brillo que pueda ser más o menos duradero.

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