Tanto éste como el anterior poema, el de ayer, estaban repetidos; me lo hizo notar María Aura y ya los corregí. Perdónenme, no es que haya querido hacer chanchullo porque ya mañana se acaba este libro, sino que así andaban mi atención y mi estado de ánimo.
37
Cada vez que un pájaro
cantaba
nacía uno de nosotros,
cada vez que una flor
se abría
nacía uno de nosotros,
cada vez que un arroyo
se formaba
nacía uno de nosotros,
cada vez que un amanecer
se alzaba
nacía uno de nosotros,
cada vez que una mujer
paría
nacía uno de nosotros
listo para vivir
a todo viento,
libre de la desdicha
y de la dicha.