Hoy estoy sentimental. No tengo cuerpo para alegaciones
Ni discursos, lo que quisiera es ponerme a llorar quedito mucho rato,
Que me salieran y me salieran lágrimas de agua salada
Y estar así mojándome la camiseta sin que me importara nada.
Yo soy de esos idiotas que no lloran nunca, hay cosas que
Casi no sé hacer, como esa o como echar gargajos, que tampoco aprendí.
Por un lado quería ser un macho fuerte y por otro ser tan fino
Como una dama, qué desastre. Lo que sí sabía era chiflar fuertísimo,
Yo creo que fui de los que más fuerte chiflaban en mi calle, pero
Ya no puedo bien, se me olvidó cómo lo hacía o me cambiaron
La ordenación de los dientes en el consultorio de Masri y todo el ímpetu
Sonoro se me desapareció. Chiflo como cualquiera que apenas sabe hacerlo.
Pero no sólo fuerte, me acabo de acordar que le copié a Claudio Brook
una manera de silbar casi sin mover los labios que llamaba mucho la atención,
me oían pero no me veían y se desconcertaban. Como un ventrílocuo. Pero
hace años que no lo uso; quizás perdí el gusto por hacerlo.
Algún agravio he de sentir y en lugar de cólera tengo esta tristeza. Y me veo
Contando cosas que no tienen que ver con el asunto de mi canto.
Así es que sigo: Se acabó la primera tanda de quimio y me llamaba el sol,
Quería saber en persona cómo me había ido y qué sentía. Para
Entonces nadie me había dicho que mi pronóstico de vida
Era cortito como la cuerda de una ballesta, y que la flecha
Ya preparada era mi corazón que estaba trabajando de más
Y en cualquier momento saldría disparado a clavarse en la frente
De una pared sin esperanzas. Y entonces nos fuimos a Lanzarote,
Yo pensando que allí Saramago viviría entre verde y alegría, y qué chasco,
Nos encontramos con pura lava y un mundo áspero y seco.
Pero estuvo muy bien, pensaba que si así iba a ser me quedaba muchísimo
Tiempo para no hacer nada. Había arena y sol y montones de turistas.
Allí me encontré con un ron muy sabroso pero no vi las cañas de azúcar
Por ninguna parte, deben estar en otra isla del archipiélago.
Luego ya no me acuerdo del orden de los factores pero el caso
Es que de repente nos vimos navegando sobre el Nilo. Y yo un rato
Caminaba asombrado como todos y otro rato me quedaba escribiendo
En el hotel o en el barco lo que había visto. Sin pensar para nada en que podía
Morirme de repente. Porque otros, después que yo ya estaba
Sentenciado, se han muerto con la mitad de años que los míos y sin
Pronóstico de tanta gravedad ni tener cáncer. Qué impreparados papeles
Los que nos distribuyeron a la entrada.
Ya conté lo del Nilo en otra parte; aquí la estrella es una que se mueve
En mi espalda de manera incomprensible. La estrella de este canto es el cangrejo.